4 Días Ouarzazate al Desierto Zagora y Merzouga

El primer día de esta aventura comienza en Ouarzazate, la puerta del desierto, famosa por su proximidad al vasto Sahara. Después de un desayuno temprano, nos dirigimos hacia el sur, tomando la carretera que atraviesa el impresionante valle del Draa, uno de los valles más largos de Marruecos. Pasamos por Agdz, un pequeño pueblo donde podemos hacer una parada para admirar el paisaje de palmeras y kasbahs que adornan la región. Continuamos el viaje hacia Zagora, una ciudad en la que el desierto comienza a hacer su aparición. Zagora es conocida por su famosa señal que marca el inicio de las rutas hacia el Sahara: “Tombouctou 52 días”, un recordatorio de los antiguos caminos comerciales que conectaban Marruecos con el resto de África. Al llegar a Zagora, podemos disfrutar de un paseo por la ciudad y la oportunidad de explorar las dunas cercanas. Si el tiempo lo permite, recomendamos realizar un paseo en camello por las dunas al atardecer, un preludio perfecto de lo que vendrá en los próximos días. Esta noche nos alojamos en un riad tradicional o en un campamento cerca de Zagora, donde la tranquilidad del desierto envuelve el ambiente.

El segundo día nos lleva más profundamente al desierto, pasando por pequeñas aldeas y paisajes espectaculares. Tras el desayuno, nos dirigimos hacia Tafraout Sidi Ali, un pintoresco pueblo enclavado entre montañas rocosas. Aquí podemos disfrutar de la calma del desierto y la belleza del paisaje árido, a menudo acompañado de las voces de los lugareños que viven de la agricultura y el pastoreo. Desde Tafraout Sidi Ali, viajamos por carreteras arenosas hacia Ramlia, un pequeño oasis en medio de la nada. Nuestro destino final de hoy es Ouzina, un remoto asentamiento en el borde del desierto, conocido por su autenticidad y la belleza de sus kasbahs de barro. En Ouzina, pasamos la noche en un campamento tradicional, rodeados de dunas doradas, donde la noche es tan oscura que las estrellas brillan intensamente. El sonido del viento que mueve la arena es lo único que interrumpe el silencio del desierto.

El tercer día nos lleva aún más lejos en el desierto. Dejar Ouzina es despedirse de un pequeño refugio para adentrarnos en la vida nómada del Sahara. Nos dirigimos hacia Khamlia, una aldea conocida por su población de descendientes de esclavos africanos, que han mantenido sus tradiciones culturales a través de los siglos. Aquí, podemos disfrutar de una música Gnawa, que es una mezcla de ritmos africanos y sufismo, una experiencia cultural fascinante. De Khamlia, nos dirigimos hacia el corazón del desierto: Merzouga. Este es el punto de entrada a las impresionantes dunas de Erg Chebbi, que pueden alcanzar hasta 150 metros de altura. A partir de aquí, tomamos un paseo en camello para adentrarnos en el desierto, donde pasaremos la noche en un campamento nómada, rodeados por la inmensidad de la arena. El atardecer en las dunas de Merzouga es un espectáculo único, con el sol desapareciendo en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rojos. La noche en el desierto es mágica, sin ruidos, solo el susurro del viento y el brillo de las estrellas.

En el cuarto día, despertamos al amanecer para ver cómo el sol comienza a iluminar las dunas, creando sombras fascinantes. Tras el desayuno, regresamos en camello a Merzouga y emprendemos el viaje de regreso hacia Ouarzazate. Nuestra primera parada en el regreso son las Gargantas del Todra, un impresionante cañón de paredes rocosas que se elevan a más de 300 metros de altura. Este es uno de los lugares más espectaculares de Marruecos, ideal para una caminata por el fondo del cañón o para disfrutar de la belleza del paisaje. Tras explorar las gargantas, continuamos el viaje hacia Ouarzazate, cruzando nuevamente paisajes de montañas, palmerales y pueblos tradicionales. El regreso es tranquilo y reflexivo, mientras nos despedimos de la majestuosidad del desierto y volvemos a la ciudad. La ruta termina en Ouarzazate, con recuerdos imborrables de una aventura en el corazón del desierto marroquí. Este viaje es una experiencia única, que combina la belleza natural del desierto con la rica cultura y hospitalidad de Marruecos. Sin duda, una ruta que quedará en la memoria de quien la recorra.